|
|
María Galiana o el arte de no rendirse
|
Nacida en 1935, el de María Galianaes el rostro de un folio en blanco. O lo que es lo mismo, el rostro de la capacidad, la valentía y el coraje para reescribirse en su propio guion. El de María Galianaes el rostro de la humanidad, de la autenticidad, la reinvención y la sabiduría. |
|
|
|
 |
|
Y si su rostro es el de la capacidad y la valentía para reescribirse en un folio en blanco, su relato responde al de la mujer que se atrevió a desafiar los mandatos y los dictados de una sociedad y una cultura que, a partir de una edad, suele optar por encorsetarnos y por mandarnos a callar.
Pero no. Esperar a ver la vida pasar o conformarse con una carrera marcada por décadas en la enseñanza como profesora de Historia no fue el sino de María Galiana, la sevillana que, a sus 53 años, decidió ponerse el mundo por montera y reescribirse en el guion de su propia vida.

La de María Galiana es la historia de quien, a sus más de 50 años de juventud acumulada, decidió romper con los moldes preestablecidos y lanzarse al mundo de la interpretación, en un entorno marcado, si acaso, por el edadismo, los cánones de la moda y la edad y los juicios de valor. Pero, hablando de valor, valor es precisamente delo que hace gala María Galiana que frente a un cámara, saca a escena el valor de la experiencia y de la madurez.
Cuando la miren, seguramente la reconocerán como Herminia, la entrañable abuela de Cuéntame cómo pasó, que nos enamoró durante décadas y que, gracias a los más de 400 episodios en los que participó, se convirtió no solamente en un iconode la televisión, sino que se convirtió en uno de los más emblemáticos referentes de todas esas mujeres “mayores” que reivindican un papel en las narrativas culturales y sociales.
Herminia, encarnada por María Galiana, representa a todas las mujeres que, día a día, sin aspavientos, denotan la fortaleza, la sabiduría y la importancia de su papel; imprescindible en una sociedad que parece aspirar a condenarnos a la eterna juventud. Donde lo “viejo” es denostado e infravalorado. En un mundo en el que, además, cuando “vejez” o “madurez” se escriben, con M, de mujeres, se ve condenado al más puro ostracismo y relegado a un eterno papel secundario.
Como actriz, ha trabajado bajo con la dirección de José Luis García Sánchez, Fernando Trueba, José Luis Cuerda o Vicente Aranda. Y, aunque “tardía”, su trayectoria ha sido premiada y reconocida con importantes galardones como el Goya a la Mejor Actriz de Reparto por su conmovedora interpretación en "Solas", donde “Rosa”, una de esas madres “coraje” mira cara a cara a lasrealidad de una vida en decadencia.Su papel como “Rosa”evidencia no solo sus dotes interpretativas sino su empatía al encarnar a un personaje que se enfrenta a la soledad de una mujer que ha de bregar con la enfermedad del marido y el consumo de alcohol de su hija.
“Sociedad negra”, "Belle Époque" , "Tapas" o "Libertarias” son solo algunos de los títulos en los que María Galiana seduce a la cámara. Sobre el escenario, y bajo la dirección de célebres como Juan Echanove,ha escenificado obras como“La reina de belleza de Leenane”, “La asamblea de las mujeres" o “Conversaciones con mamá”, de Santiago Carlos Oves.
Dentro y fuera de la pantalla, María Galiana ha dotado a sus personajes de autenticidad y carisma sobre los escenarios, haciendo gala, otra vez, de su maestría y versatilidad como actriz. "En el escenario estoy como en mi casa", ha dicho en reiteradas entrevistas. Y justo es en el escenario donde Galiana encandila y enamora y nos recuerda que la verdad y la belleza artísticas trascienden el efímero mundo de las edades, las modas y los estereotipos.
Su historia, su lucha y su coraje hablan de la lucha y el coraje de todas las mujeres que se atreven a cuestionar los mandatos sociales y culturales y se aventuran a (re)escribir el guion de su días en un acto, de “todas todas”, revolucionario.
Cada uno de sus pasos, tanto en las aulas hasta el escenario, hablan de maestría para desafiar los límites de la sociedad. Sus enseñanzas y sus lecciones nos recuerdan que nunca es tarde para empezar y que siempre es un buen momento para seguir los dictados del corazón.
Por su magisterio, María, gracias.
Raquel Paiz
|
|
|
|
|
|
|